Música, Fallas, salud y Musicoterapia

Este artículo reflexiona sobre la relación entre la música y la fiesta de las Fallas y sus beneficios sobre la salud a través de la musicoterapia. Fue escrito para el «llibret» de la Falla Alcácer-Yátova de 2025, titulado «Canciones, método de vida» y cedido solidariamente, junto con otros artículos de este blog, para su publicación en dicho «llibret», que se puede ver y leer online (en valenciano) en este enlace

El «llibret» fue elegido el 8º mejor de la cidudad, lo cual es un triunfo para una falla que no tiene el gran presupuesto que otras han tenido.

Nos encontramos de nuevo en Fallas, una de las festividades más populares del mundo y con una simbología tan bonita como importante: la llegada de la primavera marca el inicio de un nuevo ciclo vital y las Fallas y su fuego, nos ayudan a quemar y dejar atrás todo lo viejo que ya no nos sirve para dejar espacio a lo nuevo. La Comisión Fallera de Alcácer Yátova dedica sus fallas de este año a la música y por ello me han pedido que escriba un artículo sobre el tema. ¿Qué importancia tiene la música en estas fiestas, en nuestras vidas, nuestra salud y nuestro bienestar? Como amante de la música y musicoterapeuta que lleva casi quince años usando la musicoterapia para mejorar la calidad de vida de las personas voy a tratar de dar respuesta a estas apasionantes preguntas.

La música es esencial para el ser humano. Nuestro cerebro ha evolucionado para procesar elementos musicales, por lo que hay teorías que apoyan que la música ha sido un elemento importante en nuestra evolución. Las primeras producciones sonoras podrían haber sido fruto de la emulación del ser humano primitivo del sonido de animales o de fenómenos meteorológicos, como la lluvia o el viento. Esto podía tener una función ritual mística, en un proceso en el que estos seres primitivos creían poder controlar, comunicarse o incluso adquirir el poder de estos fenómenos o animales, o de las deidades asociadas a los mismos. Esto apoya la teoría de que los orígenes de la música serían místicos. Otras teorías ligan los inicios de la música a los del lenguaje (que en estos momentos sería no-verbal), indicando que ciertas expresiones vocales (de alegría, miedo, tristeza, dolor…) pudieron ir modulándose poco a poco, musicalizándose, para acompañar determinados eventos rituales como celebraciones, duelos, batallas o rituales de sanación.

Los primeros instrumentos musicales después de la voz humana no fueron otros que los ornamentos que servían para indicar el rango social y que, en las danzas rituales, producían sonidos. También se empezaron a hacer sonidos sonidos entrechocando piedras entre sí para crear las primeras herramientas o moler grano… Más adelante, seguramente este ser humano primitivo empezó a realizar sonidos rítmicos voluntariamente, con conchas, pezuñas de animales… y a construir instrumentos musicales propiamente dicho. Muchos arqueólogos mantienen que el más antiguo conservado es una flauta de la era Neandhertal (hace unos 40000 años) hecha con un fémur de oso que se encontró en el parque arqueológico Divje Babe, en Eslovenia, en 1995.

En cualquier caso, lo que parece claro es que la música en sus orígenes era social, ritual y tenía un marcado carácter místico. Esto sigue ocurriendo hoy en día. La música nos acompaña en todo tipo de ritos sociales, de los más sacros a los más profanos. Se usa la música religiosa para elevar nuestro espíritu, los himnos para potenciar nuestro sentimiento de unión y pertenencia, existen canciones para dar la bienvenida y canciones para despedirse, nanas para relajar y dormir a niños y música para motivarnos o animar a nuestro equipo deportivo, canciones infantiles para educar y jugar y canciones adultas para hacernos trascender de lo mundano y sentir lo indescriptible. La música ha usada incluso para torturar (como ocurrió en las cárceles de Guantánamo).

Vivimos en una tierra de una tradición musical muy arraigada y como no podía ser de otra forma, en las Fallas, la música y el sonido tienen también una gran importancia social y ritual. Se usa en las “despertàs” para marcar el inicio de un nuevo día, en los actos y festejos falleros para amenizar y entretener y, por supuesto, el sonido se usa en las mascletás en un maravilloso ritual catártico. Algunos pueden pensar que eso es ruido, pero el ruido según la psicoacústica es una sensación sonora no deseada (una bella y suave melodía que nos molesta de madrugada sería considerada ruido), y las “mascletás”, con su manejo de la intensidad sonora, el tempo y el clímax, no son sino un maravilloso espectáculo sensorial que representa y ensalza el significado de purificación que tienen las Fallas del que hablábamos al principio.

La música desde sus orígenes ha tenido también un uso curativo. En la prehistoria, a través de la figura del chamán (el primer médico, músico y líder espiritual, todo en uno) y hoy en día, por parte de nosotros, los musicoterapeutas. Si bien la música casi siempre es terapéutica (no siempre, pues puede producir reacciones emocionales o recuerdos no deseados), no es por sí misma terapia, del mismo modo que una buena conversación puede ser terapéutica pero no es psicoterapia, o hacer unos estiramientos puede ser terapéutico pero no es fisioterapia. La terapia implica una relación y vínculo terapéutico extendido en el tiempo de una persona con una/a terapeuta cualificado/a, lo cual marca el encuadre del proceso en el cual la persona beneficiaria va a mejorar su salud y su calidad de vida con el apoyo del o de la terapeuta.

A pesar de que la Comunidad Valenciana fue pionera en aprobar en Las Cortes una Propuesta no de Ley en 2018 que sería replicada en diferentes comunidades autónomas en pos de regular profesionalmente la musicoterapia para evitar el intrusismo y de implementarla en los servicios de salud, en nuestra comunidad y en todo el país sigue existiendo mucho desconocimiento sobre lo que es la musicoterapia, llegando a considerarse incluso por algunas personas pseudoterapia. La musicoterapia no son clases de música, no es un mero entretenimiento ni conciertos en ambientes sanitarios, ni poner música de Mozart a los bebés con la esperanza de que se hagan más inteligentes, ni tampoco escuchar sonidos con determinadas frecuencias que supuestamente producirán tal o cual efecto en nosotros… Y por supuesto no es una pseudoterapia.

 

Lo que sí es la musicoterapia es una disciplina terapéutica con más de 80 años de desarrollo académico y científico a las espaldas, que se basa en la evidencia empírica y que está regulada profesionalmente e implementada en los sistemas sanitarios y educativos de muchos países en el mundo, y que debe ser aplicada por el/la musicoterapeuta, un/a profesional con las habilidades musicales y terapéuticas apropiadas adquiridas en un proceso formativo regulado que en España consiste en un máster o posgrado que cumpla los requisitos marcados por las asociaciones de musicoterapia nacionales y europeas. Es una terapia complementaria que aporta una visión propia y única desde lo creativo en un proceso personalizado con cada paciente o grupo de pacientes basado en sus gustos musicales y necesidades, evaluando continuamente los avances terapéuticos. Es una práctica metodológica con diferentes modelos teórico-prácticos, con muchos años de desarrollo y que no sólo usa la relajación con música (típica idea que nos viene a la cabeza cuando pensamos en musicoterapia) sino que también utiliza otras técnicas receptivas como los “baños sonoros” o la escucha y comentario de canciones, y otras técnicas activas como la improvisación con instrumentos o voz, el canto, el baile o la composición de canciones.

La musicoterapia se aplica en todas las etapas de la vida, desde antes del nacimiento (asistiendo por ejemplo a la futura madre a superar los miedos propios del embarazo y a establecer un vínculo sano con su bebé a través de la música) hasta la muerte (ayudando a aquellos que se van a ir de este mundo a hacerlo de la forma más feliz y plena posible, o a aquellos que han perdido a un ser querido a superar el duelode forma sana), pasando por la niñez, la adolescencia, la adultez y la tercera edad. La musicoterapia se incluye en los ámbitos socio-comunitario (centros de mayores, personas con enfermedad mental o riesgo de exclusión social…), hospitalario (pediatría, cuidados paliativos, área neo-natal…), clínico (personas con diversidad funcional como el autismo o discapacidad intelectual, con problemas de salud mental como ansiedad, con demencias como el Alzheimer…), educativo (como extraescolar de promoción de la salud, en aulas específicas…) y asociativo-empresarial (prevención del “burn-out”, “team-building”, mejora de la comunicación y los vínculos grupales…) y se aplica a nivel individual, en pareja, familiar y grupal. La musicoterapia es una terapia holista que abarca a la persona en su totalidad y por tanto permite trabajar objetivos cognitivos (memoria, atención…) físicos (movilidad, coordinación…), comunicativos (comprensión, comunicación verbal y no verbal, expresividad…), sociales (respeto, toma de turnos, colaboración…) y emocionales (reconocimiento y expresión sana y creativa de emociones, gestión del estrés y la ansiedad…).

Cualquier persona puede beneficiarse de un tratamiento de musicoterapia, aunque no sepa nada de música, pues todos tenemos una voz propia y única como una huella dactilar y un sentido del ritmo implícito, y porque en musicoterapia no se busca hacer música por lo estético sino por lo terapéutico: que la persona que antes no era capaz de tocar un ritmo ahora lo haga es importante no por lo musical, sino por la mejora a nivel de atención, memoria, coordinación y auto-estima que ha tenido esa person,a para llegar a tocar ese ritmo. Durante mi carrera como musicoterapeuta he visto a niños con autismo decir algunas de sus primeras palabras cantando conmigo en sesión o pidiéndome algún instrumento, he escuchado a personas mayores con Alzheimer avanzado disfrutar cantando cuando apenas ya pueden hablar, he presenciado a adultos integrar y superar duelos, a personas con enfermedad mental crónica empezar una sesión con pensamientos suicidas y acabarla riendo… Pero también he visto como una canción concreta en un momento concreto puede desencadenar un ataque de ansiedad… Por ello es maravilloso que la música se introduzca en todos los ámbitos de la sociedad por el gran poder que tiene, y muy importante que en el ámbito de la salud lo sea por musicoterapeutas cualificados, que saben cómo aplicar con mimo, cuidado y la mayor profesionalidad, ese gran poder de la música con fines terapéuticos.

En la información sobre la musicoterapia, como en las fallas, hay mucho ruido. Tal vez por eso en nuestro país aún no se ha reconocido como profesión (esperemos que pronto se logre, como en su momento pasó con terapias como la ocupacional, la logopedia o la propia psicología). Hablando de ruido, aprovecho para pedir que seamos responsables y conscientes, pues lo que para nosotros es sonido, música y celebración, para personas con diversidad funcional, mayores o enfermas, el ruido de los petardos o la música a horas inapropiadas puede ser muy molesto. Disfrutemos estos días, siempre con respeto a los/las demás, de la música, del fuego, del ritual catártico de dejar atrás el invierno y todo lo malo que tuvo, de dejar espacio a lo nuevo, pues es necesario y terapéutico hacerlo cada año. Abrazos armónicos y ¡que la música os acompañe!

David Buedo Salas

Musicocoterapeuta y psicólogo en SOMArmonía Musicoterapia

COMPARTIR

* COMPARTE Y USA TODO LO QUE QUIERAS DE ESTA PÁGINA... PERO CITANDO
Todo el contenido de este blog es público y puede ser utilizado sin aviso por parte de cualquier persona o colectivo sin ánimo de lucro, pero siempre citando la fuente:

Buedo Salas, David - SOMArmonía (www.somarmonia.com)

Deja un comentario